Nadie la entiende.
Pero quizás, el problema ya no era de ella.
Quizás la vida había jugado demasiado bien sus cartas, para acabar con ella.
Quizás su sonrisa ya no era la misma porque se la habían robado demasiadas veces.
Quizás ya no tenía fuerzas porque ya lo había dado todo.
Quizás todo era cuento y ella ya no tenía parte de historia.
Quizás solo le quedaba ver como los cigarros se consumían uno tras otro, hasta morirse en cualquier esquina.
Quizás solo le quedaba ir  a aquella montaña rusa sin acabar y acabar por fin con todos los problemas.


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