Hay amigos que..
Hay amigos que son como la puerta de tu casa.
De esos que hacen que entre la luz de vez en cuando,de los que te tapan del frio invierno.
De los que siempre están ahí.
Pero hay veces que las puertas se rompen se llenan de humedad y se quedan atascadas, sin dejarte salir sin dejarte ver, sin dejarte respirar el oxígeno de fuera.
Hay veces en los que la puerta se tiene que romper y si era una puerta muy bonita pero poco a poco se oscurecía y se pudría.
Y entonces me ayudaron a arreglarla, poco a poco por dentro y por fuera...
Un poco de barniz, un poco de aceite para que resbalaba y pudiera abrir y cerrar.
La puerta intentaba arreglarse, la dueña de la casa intentaba arreglarla como fuera, y así paso un año...
Pero hay veces que te cansas de luchar todos los días con una puerta y prefieres cambiarla, no la tiro puesto que quizás aquella puerta tenia mucho por hacer todavía.
Pero la dueña día tras día tenia que salir de esa casa y entonces subió al piso de arriba cada dia y descubrió todo lo que tenía. Y quedo muy asombrada.
La parte de arriba de la casa tenia diferentes trampolines para saltar a la piscina, alguno demasiado arriesgado, otros de esos que te ayudan a salir a perder el miedo, que son bajitos pero sin ellos jamás podrías subir a un peldaño más alto.
Descubrió la barra de bomberos esa que agarraba todos los días con miedo, mucho miedo pero que la hacían llegar a lo más bajo para luego subir de nuevo. Esa barra que se había convertido en imprescindible en su vida aunque fuera muy difícil de bajar a veces por ella.
Esa barra que por mucha suciedad grasa o lo que tirará la dueña, siempre volvía a estar como nueva.
Estaban los trampolines altos esos que te hacían cada día tocar las estrellas. Sin importar si aquel día había nubes o niebla.
Y por último el tobogán. Probablemente nunca había subido a un tobogán tan rápido, con el que el tiempo volaba tan rápido que no te daba tiempo ni a pensar.
El cual a veces quemaba en los días malos, pero el cual era muy especial.
En el que te divertias, en el que a veces te caias pero siempre querías volver a montar, volver a disfrutar.
De esos que hacen que entre la luz de vez en cuando,de los que te tapan del frio invierno.
De los que siempre están ahí.
Pero hay veces que las puertas se rompen se llenan de humedad y se quedan atascadas, sin dejarte salir sin dejarte ver, sin dejarte respirar el oxígeno de fuera.
Hay veces en los que la puerta se tiene que romper y si era una puerta muy bonita pero poco a poco se oscurecía y se pudría.
Y entonces me ayudaron a arreglarla, poco a poco por dentro y por fuera...
Un poco de barniz, un poco de aceite para que resbalaba y pudiera abrir y cerrar.
La puerta intentaba arreglarse, la dueña de la casa intentaba arreglarla como fuera, y así paso un año...
Pero hay veces que te cansas de luchar todos los días con una puerta y prefieres cambiarla, no la tiro puesto que quizás aquella puerta tenia mucho por hacer todavía.
Pero la dueña día tras día tenia que salir de esa casa y entonces subió al piso de arriba cada dia y descubrió todo lo que tenía. Y quedo muy asombrada.
La parte de arriba de la casa tenia diferentes trampolines para saltar a la piscina, alguno demasiado arriesgado, otros de esos que te ayudan a salir a perder el miedo, que son bajitos pero sin ellos jamás podrías subir a un peldaño más alto.
Descubrió la barra de bomberos esa que agarraba todos los días con miedo, mucho miedo pero que la hacían llegar a lo más bajo para luego subir de nuevo. Esa barra que se había convertido en imprescindible en su vida aunque fuera muy difícil de bajar a veces por ella.
Esa barra que por mucha suciedad grasa o lo que tirará la dueña, siempre volvía a estar como nueva.
Estaban los trampolines altos esos que te hacían cada día tocar las estrellas. Sin importar si aquel día había nubes o niebla.
Y por último el tobogán. Probablemente nunca había subido a un tobogán tan rápido, con el que el tiempo volaba tan rápido que no te daba tiempo ni a pensar.
El cual a veces quemaba en los días malos, pero el cual era muy especial.
En el que te divertias, en el que a veces te caias pero siempre querías volver a montar, volver a disfrutar.
Simplemente gracias a todas mis amistades a las que llegaron y a las que fueron, a las que soportaron mi mal genio. Gracias
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