Perseidas

Y como cada noche,  se acostaba mirando al mar y a las estrellas.
Y solo podía pensar en lo que le gustaría que el estuviera ahí, en aquel gran hueco de la cama.
Y como cada día se despertaba allí, volviendo a ver el mar. Pero ni siquiera el mar le podía traer hasta allí, aunque las perseidas de aquella noche de agosto se lo hubieran prometido.

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