Mentiras.
Desde muy pequeños nos enseñan que mentir es algo malo,
Y es hacerlo lo que te convierte en una mala persona.
Yo sin duda, era la peor.
Cargada llena de desastres,
de pequeñas mentiras,
que oyes en la calle.
Yo sin duda me sabía todas.
Solo me hacía falta mirar a los ojos para descubrirlas.
Había pasado por tantas,
Habia oído tantas,
Habia dicho tantas,
Que ya no sabía ni que era realidad,
Ni que era mentira.
Una canción decía que nada es verdad,
Ni nada es mentira,
Que todo depende del cristal con que se mira .
Y entonces empecé a entender que la realidad es mentira,
Que un simple hecho:
Puede estar bien, o puede ser horrible.
Que te puede caer condena perpetua o te den un premio.
Entendí que así las personas aunque vivieran lo mismo, todo dependía del cristal.
Y entonces aprendí que cada uno tiene un cristal y que jamás veremos lo mismo.
Porque no hay ninguna pupila, ni ningún ojo que sea igual a todo.
Y por eso la tecnología empieza a usar los ojos como medida de seguridad.
Y por eso tu jamás me entenderías.
Porque no sabías ni la mitad de lo que esas pupilas habían visto.
Pero un viejo amigo, no hace mucho mientras íbamos caminando por un largo viaje me dijo que podíamos nacer de nuevo. Ser una criatura nueva, a lo que yo me reía, pero claramente clavó en mi corazón.
Y quizás los ojos también puedan. Y quizas, y ojalá puedas volver a mirarme de nuevo.
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